Franquicias: una herramienta de expansión con impacto macroeconómico

En tiempos de transformación y desafíos económicos, el modelo de franquicia emerge no solo como una estrategia de crecimiento empresarial, sino también como una poderosa herramienta de desarrollo económico. Lejos de ser una mera fórmula comercial, franquiciar una marca implica profesionalización, generación de empleo, formalización económica y atracción de inversiones.

Durante las últimas décadas, las franquicias demostraron ser un motor clave para la expansión de empresas en sectores como la gastronomía, la moda, los servicios y el retail, entre otros, como por ejemplo en la salud y la belleza. Pero su impacto va más allá del ámbito privado. 

En países emergentes, el crecimiento del sistema de franquicias acompaña fenómenos macroeconómicos como el aumento del consumo, la descentralización de la actividad económica, la formalización laboral y el acceso a oportunidades de emprendimiento más seguras. 

El camino hacia una franquicia sostenible

Franquiciar no es vender un negocio exitoso. Es convertirlo en un sistema robusto, replicable y rentable, capaz de mantener su esencia y estándares aún bajo el mando de terceros. Según Yanina Scavone y Elisa Borrell, especialistas en desarrollo de franquicias de la consultora Canudas: “El error más común es pensar que franquiciar la marca es simplemente vender el negocio. En realidad, se trata de asegurar que pueda replicarse con la misma calidad, rentabilidad y estructura en diferentes lugares”. 

Este enfoque técnico revela una verdad: para que una franquicia tenga éxito, debe haber una infraestructura sólida detrás. Lanzarse a vender franquicias sin una base clara puede dañar la marca a largo plazo y comprometer su sustentabilidad.

¿Es mi negocio franquiciable?

Antes de diseñar un sistema de franquicias, las empresas deben cumplir con una serie de condiciones mínimas: al menos dos años de operación comercial, experiencia en más de un punto de venta, registro de marca, presencia activa en canales digitales y procesos y roles definidos dentro de la operación. La consultora Canudas destaca la importancia de realizar un análisis de franquiciabilidad, diagnóstico técnico que evalúa el potencial real del negocio para escalar bajo este formato.

Las etapas del desarrollo

El desarrollo de una franquicia implica un proceso estructurado en varias fases:

  1. Recopilación de información: historia de la marca, misión, visión y valores, procesos existentes, identidad visual.
  2. Diseño del modelo comercial: aspectos legales, económicos y de soporte.
  3. Plan económico: simulaciones de rentabilidad para la marca y los franquiciados.
  4. Estandarización operativa: creación de manuales y protocolos detallados.
  5. Capacitación y auditoría: formación continua y sistema de control de calidad.

Como destacan las especialistas de Canudas, “la profesionalización es indispensable. Un negocio que depende de su fundador para cada decisión no puede franquiciarse con éxito”.

Expansión, inversión y empleo

Desde una perspectiva macroeconómica, el modelo de franquicias permite escalar negocios de manera descentralizada, promoviendo el desarrollo en regiones fuera de los grandes centros urbanos. Esta capacidad de multiplicación genera empleo directo e indirecto, estimula la inversión privada y favorece la formalización de pequeños emprendimientos que, de otra forma, no tendrían acceso a modelos de negocio probados.

Además, las franquicias suelen atraer a perfiles emprendedores con experiencia de gestión, capital disponible y bajo nivel de tolerancia al riesgo. Esto reduce la tasa de fracaso típica de los negocios independientes y aumenta la eficiencia del ecosistema comercial.

Selección y contrato 

Una vez desarrollado el sistema de franquicias, comienza la etapa de comercialización. Se recomienda preparar un paquete comercial que incluya un dossier de marca, un plan de inversión y un documento de divulgación económica, orientada a posibles franquiciados. Curiosamente, el 85% de las primeras franquicias son otorgadas a personas ya vinculadas con la marca: empleados, proveedores o clientes fieles.

Pero el proceso no termina con la venta. La selección del franquiciado es tan importante como el desarrollo del sistema. “Uno no entrega su marca a cualquiera. Elegir al franquiciado es como darle un hijo a alguien: hay que asegurarse de que lo cuide y lo haga crecer”, afirman Scavone y Borrell.  

Por eso, el contrato de franquicia debe contemplar con claridad las reglas del juego: derechos, deberes, uso de marca, penalidades y mecanismos de resolución de conflictos. Así se garantiza la calidad del sistema y se protege la reputación de la marca. 

por Karina Longo